martes, 7 de julio de 2009

¡Qué injusto es el fútbol!

Corría el minuto 92 de partido. Todos en el estadio se las prometían muy felices. El equipo local había dado un recital de buen fútbol, organización y saber estar. Nunca se rindió, en ningún momento, nunca se amedrentó frente a un rival tremendamente peligroso.

El partido empezaba realmente mal. Los visitantes marcaban sendos golazos gracias a dos acciones aisladas al poco de empezar el partido. Newton y Euler martirizaron a la defensa rival con sus ecuaciones, sus teoremas y sus complicadas geometrías. Quien más quien menos se echaba las manos a la cabeza pensando en la que le podía caer al equipo de casa.

Pero los locales reaccionaron con rapidez e incluso brillantez. Comenzaron a tocar el balón con calma, a abrir las bandas, a no desesperarse y a buscar los huecos entre líneas. El 1-2 mediada la primera parte hizo respirar a todo el estadio y de repente todos confiaban en que era posible hacer una machada. Pronto la Resistencia que ofrecían los visitantes se fue debilitando, incapaz de detener las acometidas de unos rivales envalentonados. El 2-2 llegó antes del descanso. Rivas y Gardeta establecían la igualada en el electrónico, un empate totalmente merecido dadas las circunstancias aunque todos creían merecer ya el ir ganando.

En la segunda mitad siguió la misma tónica: los locales cada vez más convencidos iban al ataque con total determinación. El portero visitante se convirtió en el mejor de los 22 sobre el campo. Los visitantes apenas inquietaban el marco del portero local, salvo ligeros escarceos. El 3-2 era cuestión de tiempo.

Y se obró el milagro. Poco antes de llegar al tiempo de descuento Gardeta, a centro medido de Melis, establecía el 3-2. El marcador era corto, pero al menos parecía que se iba a hacer justicia. Nadie se lo podía creer: 10 años después los locales podrían volver a disfrutar de una victoria frente al eterno rival, y en el partido más importante de los últimos años: una final de Copa, nada menos.

Pero el fútbol no entiende de justicia ni mierdas similares. Puedes haber hecho el esfuerzo del siglo y el partido de tu vida y da lo mismo: un centro a la desesperada, un pelotazo a lo loco, minuto 92, el defensa se come el balón, Lagrange se planta solo frente al portero, le plantea unas ecuaciones imposibles de resolver y...

3-3. Todo el esfuerzo y toda la determinación se van por el retrete. Un esfuerzo titánico, un fútbol brillante... para solamente forzar una prórroga, si no lo remedia otro milagro de signo contrario. El estadio se ha quedado mudo, nadie puede creerlo: se ha rozado el Título con los dedos. Pero el fútbol es así de cruel.

Minuto 92. ¡Maldito minuto 92! Pero el árbitro ha añadido 4 minutos, o sea, que antes de la prórroga aún nos queda una última jugada. Y en esas estamos. Sacamos una falta, el balón lo rechaza la defensa por parte de Goicolea, queda suelto y...

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Now playing: Daughtry - Breakdown
via FoxyTunes

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo sé cómo terminará la jugada. Será más o menos así: "el balón queda suelto, no sé quién remata, el portero la desvía en una estirada prodigiosa, el balón pega en el larguero, se cuela, se cuela...pero el portero vuelve a levantarse y la despeja desde lo que parece claramente el interior de la portería. El linier corre hacia el centro del campo. Es Gol, Goooooooooooool!!!!!!!!!!!!! El equipo local ya puede irse de pu...de fiesta, ejem".

Sucesivas repeticiones en programas como estudio estadio demostrarán posteriormente que fue gol fantasma: el balón no sobrepasó por completo la línea de meta, pero ¿a quién le importa?

Semper Fidelis dijo...

Bonito final... puede que lo plagie...



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