martes, 21 de julio de 2009

Gandía 2009: del 7 al 1.

Sábado por la noche. El dichoso número uno se cruza nuevamente en mi camino. Ahora no es grave, puesto que tan sólo está en juego el euro de la partida de dardos y un poquito la honrilla ante los colegas. No hubo manera: ni apuntando al 20, ni al 18... Siempre acababa enfangado en el uno, o lo que es todavía mayor recochineo: ¡¡en el uno triple!! Ahí se me fue la partida, no hay duda.

El calor apretó de lo lindo y el paseo marítimo a mediodía parecía la cocina del infierno. Las sombrillas ejercían de invernaderos y las medusas hacían su agosto irritando al personal (mi espalda fue testigo). Ni la típica brisa marina se dignaba a aparecer, aduciendo problemas de agenda. Las sombras multiplicaron su valor por 20, las tensiones bajaban y salir a hacer deporte era prácticamente una heroicidad. Aún recuerdo el aplauso que nos brindaban desde una ventana cuando, en pleno sprint final, aparecimos por el Clot de la Mota sudando a chorros. Eran las 9.30 PM y Celsius se negaba a bajar de los 30 centígrados. ¿Dormir? Imagínate...

Afortunadamente el calor no fue la mayor sorpresa. Lo mejor: los reencuentros inesperados. Castilla y León ofrece productos de innegable calidad. Y si hablamos de mujeres, cualquier adjetivo que coloque se quedará corto. Y si vienen en packs de 2 ó 3, ¡el delirio! Vamos, que con tanta (y tan buena) compañía era imposible pasarlo mal. Chicas: una pena que os tuvierais que ir antes que yo, no os podeis imaginar lo que os eché de menos.

La Bahía sigue en su sitio, nada amenaza su liderato. Sigue siendo la noche con más tirón de la zona de marcha. No le hacen falta ni descuentos ni cuentos: con tan buen trato, música variada y camareras guapísimas barre a la competencia. Todo aderezado con camisetas, CDs, regalos, fiestas hawaianas, mexicanas, etc. ¡Nunca me cambieis! (aunque esa música no me guste especialmente).

No faltó la preceptiva partida de mus, ni la de pocha. La diferencia estriba en que ahora juego por placer y antes casi me iba la vida en ello. Será eso que la gente llama madurez. Aunque otros lo tildarían de frase típica del que no gana casi nunca. Hay un poco de ambas afirmaciones.

La colección de escusas siguió engordando. Como lo típico ya no da resultado y no es cuestión de quedar como una tía borde, ahora se recurre a fenómenos meteorológicos. Es gracioso, dio para una noche entera de risas. Jamás imaginé que la dirección del viento fuese tan determinante en una mujer, hasta el punto de recluirla en casa, por ejemplo. Eso sí: a la hora de salir de compras da igual que sople el viento o el Katrina, o caigan chuzos de punta. Eso, las de CyL no me lo hicieron.

Lisbeth Salander empezó a convertirse en compañera inseparable de las mañanas y de algunas tardes. Protagonista enigmático e incluso anti-erótico de una trilogía con tintes muy oscuros (Millennium). Sus aventuras y desventuras son adictivas. Suecia, país que tan civilizado (e incluso aburrido) nos parece también tiene lo suyo. Al final la Península tampoco va a estar tan mal y en todas partes cuecen habas. Más de Suecia: estrenábamos TDT y en Teledeporte echaban un torneo de tenis... en Suecia. Es curioso, una casualidad, caprichos del destino.

Resumiendo: fue la semana del "1", aunque la hora de llegada a casa casi nunca bajaba de las "3". La semana en que el punto de mira no estaba en su plenitud. La semana en la que descubrí que lo que menos importa es facilitarle la vida a los alumnos. La semana en la que mejor rodeado he estado en mucho tiempo. La semana de algunas sinceraciones. La semana de la desconexión. De la muerte y redención. De pies quemados por el sol. De oportunidades quemadas por la "lucidez" de ciertos personajes avinagrados. De grasas quemadas por el deporte bajo el calor húmedo...

Y ya de vuelta, la semana en la que recordé que de cualquier cosa, por negativa que sea, se puede sacar una parte positiva. ¡Jódete, personajillo!

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martes, 7 de julio de 2009

¡Qué injusto es el fútbol!

Corría el minuto 92 de partido. Todos en el estadio se las prometían muy felices. El equipo local había dado un recital de buen fútbol, organización y saber estar. Nunca se rindió, en ningún momento, nunca se amedrentó frente a un rival tremendamente peligroso.

El partido empezaba realmente mal. Los visitantes marcaban sendos golazos gracias a dos acciones aisladas al poco de empezar el partido. Newton y Euler martirizaron a la defensa rival con sus ecuaciones, sus teoremas y sus complicadas geometrías. Quien más quien menos se echaba las manos a la cabeza pensando en la que le podía caer al equipo de casa.

Pero los locales reaccionaron con rapidez e incluso brillantez. Comenzaron a tocar el balón con calma, a abrir las bandas, a no desesperarse y a buscar los huecos entre líneas. El 1-2 mediada la primera parte hizo respirar a todo el estadio y de repente todos confiaban en que era posible hacer una machada. Pronto la Resistencia que ofrecían los visitantes se fue debilitando, incapaz de detener las acometidas de unos rivales envalentonados. El 2-2 llegó antes del descanso. Rivas y Gardeta establecían la igualada en el electrónico, un empate totalmente merecido dadas las circunstancias aunque todos creían merecer ya el ir ganando.

En la segunda mitad siguió la misma tónica: los locales cada vez más convencidos iban al ataque con total determinación. El portero visitante se convirtió en el mejor de los 22 sobre el campo. Los visitantes apenas inquietaban el marco del portero local, salvo ligeros escarceos. El 3-2 era cuestión de tiempo.

Y se obró el milagro. Poco antes de llegar al tiempo de descuento Gardeta, a centro medido de Melis, establecía el 3-2. El marcador era corto, pero al menos parecía que se iba a hacer justicia. Nadie se lo podía creer: 10 años después los locales podrían volver a disfrutar de una victoria frente al eterno rival, y en el partido más importante de los últimos años: una final de Copa, nada menos.

Pero el fútbol no entiende de justicia ni mierdas similares. Puedes haber hecho el esfuerzo del siglo y el partido de tu vida y da lo mismo: un centro a la desesperada, un pelotazo a lo loco, minuto 92, el defensa se come el balón, Lagrange se planta solo frente al portero, le plantea unas ecuaciones imposibles de resolver y...

3-3. Todo el esfuerzo y toda la determinación se van por el retrete. Un esfuerzo titánico, un fútbol brillante... para solamente forzar una prórroga, si no lo remedia otro milagro de signo contrario. El estadio se ha quedado mudo, nadie puede creerlo: se ha rozado el Título con los dedos. Pero el fútbol es así de cruel.

Minuto 92. ¡Maldito minuto 92! Pero el árbitro ha añadido 4 minutos, o sea, que antes de la prórroga aún nos queda una última jugada. Y en esas estamos. Sacamos una falta, el balón lo rechaza la defensa por parte de Goicolea, queda suelto y...

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jueves, 2 de julio de 2009

Caosterdam

Finalmente la amenaza que planeaba sobre las (rubias) cabezas de las holandesas se hicieron efectivas. Dos ejemplares de la ganadería Ardoz salieron al ruedo dispuestos a merendarse la ciudad. Y bien que se la merendaron... eso sí, después de pagar el agua a 3 € el medio litro y los menús todos muy por encima de los 15 por cabeza.

Es lo que tiene Centroeuropa: que el nivel de vida está muy por encima del nuestro. Así que había que buscarse (y bien) la vida para no dejarse un dineral en cosas tan básicas como, por ejemplo, ir al servicio. Porque, sí amigos, en algunos sitios cobran hasta por ir al baño. Parece una coña pero es real.

Antes de retomar el tema de las mujeres holandesas destaquemos cosas varias de Amsterdam:

- Lo más importante: no es imprescindible utilizar los pasos de cebra para pasar de un lado al otro de la calle. De hecho casi nadie los usa. Y aunque lo utilizases da lo mismo, puedes morir atropellado igualmente. Se ha de mirar mil veces antes de cruzar y a todas direcciones. Hay dos maneras fundamentales de morir en un cruce: atropellado por el tranvía o atropellado por una legión de bicicletas. Personalmente prefiero la primera, la segunda parece una muerte más lenta y, sobre todo, humillante.

- La bici es la reina indiscutible del tráfico. Allí con la bici pasa como aquí con los conductores de Mercedes y BMW: las normas de tráfico no se hicieron para ellos. Hay aparcamientos de bicis al estilo de los aparcamientos de coches en España. ¡Y se petan! Si en Amsterdam un ciclista te hace una jugarreta en un cruce te jodes, maldices para dentro y ya. Si eso mismo ocurre en Madrid, falta poco para que, después de una pitada de media hora, el conductor del coche "puteado" salga dando voces al pobre ciclista con cara de Vlad el Empalador. Bueno, qué tontería digo yo; usar la bici por Madrid... si eso es casi imposible!

- No existen los atascos, salvo a las afueras y si acaso. Como he dicho, la bici es la reina. Y además el sistema de tranvías es excelente: prácticamente puedes ir de punto a punto neurálgico de la ciudad en una sola línea, sin tener que tirar de transbordos. Si a esto le añadimos que no hay casi zonas de aparcamiento ni plazas de garaje en los bloques de viviendas nos da como resultado una ciudad como dios manda: limpia, sin atascos ni contaminación, donde ir con la bici a donde te salga de... es una gozada.

- Por poner un "pero": el Metro. El próximo que vuelva a quejarse de que la línea 6 de Madrid es una mierda y que los trenes son viejos que viaje en las líneas 53 y 54 de allí y que opine. (Nota: a pesar de la numeración tan elevada solamente hay 4 líneas de Metro en Amsterdam: 50, 51, 53 y 54. ¿Por qué esa numeración? ¿Y dónde se han dejado la 52?). Pero tampoco parece una falta grave por lo explicado más arriba.

- Lo más jugoso: la arquitectura de la ciudad. Sencillamente acojonante. Si usted es un apasionado de la arquitectura del Gótico en adelante, no se puede perder esta ciudad. No es una ciudad de monumentos (salvo las mujeres), pero sí de gozar con el estilo arquitectónico tan característico de la Europa Central del siglo XVII en adelante. Eso sí: abundan las iglesias con estilos que, si no son góticos, a mí me lo parecen. Nunca fui demasiado bueno en eso del Arte. Es especialmente llamativo el hecho de que algunas viviendas parecen construidas como torcidas. Da la sensación de que se van a derrumbar inmediatamente.

- Coffee shops, puticlubs, barrios gays... Una mentalidad muy abierta y moderna que contrasta fuertemente con el gran número de iglesias, casi todas protestantes (protestarán por el precio de las putas o del hachís, digo yo...), que existen en la ciudad. Lo máximo de este contraste se da paseando por la plaza de la Iglesia Vieja cuando justo enfrente de dicha Iglesia te encuentras sí o sí mujeres "de moral distraída" reclamándote detrás de los portales, proxenetas y coffee-shops a cascoporro. Hablamos del Barrio Rojo, of course. (Nota: son protestantes, lo que significa que las catedrales por dentro no tienen apenas decoración. Y aún así te clavan por entrar 7 €, lo que a simple vista es... dejémoslo en abusivo).

- El idioma: allí el oficial es el "neerlandés". Me gusta definirlo como "el idioma que hablaría un alemán si tuviera una zapatilla metida en la boca mientras habla". Sencillamente infernal. Por eso el 99% de la población habla inglés con un nivel alto o muy alto. De hecho prácticamente nadie se dirigía a nosotros en neerlandés. También es verdad que llevábamos escrita en la cara la palabra "TURISTAS".

- Y para acabar: las mujeres. Tanta bici se nota en esas piernacas tan... Y además deben alimentarse muy bien, porque casi todas miden de 1'75 para arriba. Abundan, cómo no, las rubias de ojazos claros, aunque se nota que han tenido colonias en medio mundo porque la mezcla de razas es hasta admirable. Y son muy simpáticas y abiertas (lo de abiertas va sin segundas... bueno, o con ellas). Solamente el hecho de pedirles que nos hagan una foto o nos ayuden con un vídeo para nuestra amiga Laura les pone una sonrisa en la boca y colaboran encantadas. Y lo pasan bomba. Y lo pasamos bomba con ellas. ¡Ay omá qué ricas las holandesasss...!

En fin, no os vayais de este mundo sin pasar unos días en Amsterdam. De lo contrario os arrepentireis. Sí, es un caos, con las bicis, los tranvías, los taxistas saltándose medianas para cambiar de sentido, los de las furgonetas adelantando por el carril del tranvía... Pero me encanta.

I amsterdam.

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