viernes, 25 de diciembre de 2009

El segundo advenimiento de Dios.

No, no me he vuelto loco, ni se ha apoderado de mí el espíritu de Rouco Varela y sus secuaces. Lo mío va más por el paganismo puro y duro, la adoración de seres que no obran milagros pero que son extraordinarios en lo suyo.

Era un rumor, quien más quien menos no sabía que creer. Muchos no daban crédito a la futurible noticia, pero acabó confirmándose felizmente hace unos días. Michael Schumacher, el "Kaiser", vuelve a la competición. El profeta ha vuelto por Navidad. Y yo, un siervo, un fanático de la F1, no podía resistirme a dedicarle un espacio en mi rincón del universo.



Michael nació un 3 de enero del año 1969, con lo que volverá a la competición a unos nada desdeñables 41 años. De pequeño no despuntó en los kartings pero fue progresando hasta llegar a ser subcampeón mundial júnior a sus 16 primaveras. Pasó fugazmente por dos categorías inferiores a la F-1, donde conoció a su manager y a su actual esposa (que por entonces era novia de otro piloto que más tarde también llegaría a la F1, Heinz Harald Frentzen, y evidentemente le costó la enemistad con éste). En el año 1991 desembarca en la F-1.

Debuta ese mismo año en el GP de Bélgica con un coche de bajo nivel (un Jordan), en un circuito que apenas conocía y bajo un aguacero típico de esa zona del continente. Aún así logra clasificar 7º en los entrenamientos, superando con mucho a su compañero de equipo. Abandonó en carrera por problemas mecánicos, pero su actuación enamoró a un tal Flavio Briatore que lo incorporó a su equipo a la carrera siguiente. Ese equipo era el mítico y desaparecido Benetton. Al año siguiente gana su primera carrera, precisamente en Bélgica.

1994 es un año de luces y sombras. En Imola (San Marino), en uno de los fines de semana más negros de la historia del automovilismo, pierden la vida dos pilotos: Roland Ratzenberger y otro mito como Ayrton Senna. Schumacher ganó esa carrera, pero todos perdimos a una leyenda. Yo lloré aquella tarde del puente de mayo. Ese mismo año nuestro amigo germano se proclama campeón del mundo no sin polémica (compañera inseparable en sus aventuras), puesto que en la última carrera de la temporada se choca deliberadamente con Damon Hill, máximo rival al título aquel año, quedando ambos fuera de carrera. No hubo sanción. Un año después revalida su título sin apenas oposición por parte de sus rivales: barrió sin piedad. Ferrari le ficha a él y a todo su séquito, hombres de confianza que se encargarían de poner a Ferrari nuevamente en lo más alto. De entre esos hombres uno destaca sobre todos las demás: Ross Brawn, el gran gurú de la F1.

1996. Ferrari apenas puede hacer nada contra el imperio Williams. Damon Hill se desquita del mundial perdido dos años antes dominando con mano de hierro toda la temporada (a bordo de un coche con el número 0, curioso). La decepción es patente. Se llegó a decir que Jean Alesi se había ido de Ferrari pero se había dejado al perro (en clara alusión a Michael).

1997. Tras un invierno de mucho trabajo y un coche algo mejor le disputa el mundial hasta la última carrera a Jacques Villeneuve. En esa última carrera Schumacher intenta una maniobra suicida que acaba con el abandono de ambos pilotos. En esta ocasión sí hay sanción para Michael, que pierde todos los puntos conseguidos durante esa temporada.

1998. Mika Häkkinen gana su primer mundial. McLaren hace un coche estratosférico, fruto del cuál surge el mote de las "flechas plateadas". Aunque buena parte de su éxito reside en esta maniobra de su compañero de equipo en Bélgica:



1999. Michael sufre un accidente brutal en Gran Bretaña. Se pierde 6 carreras, por lo que no es rival para el título. Reaparece a final de temporada para intentar ayudar a su compañero de equipo de entonces (Eddie Irvine) a ganar el mundial. El objetivo no se cumple y Häkkinen vuelve a coronarse campeón, pero es la primera vez que se ve realmente un coche competitivo y a la altura de un megacampeón.

2000. La lucha entre Mika Häkkinen y Michael Schumacher es preciosa. Van con el cuchillo entre los dientes GP tras GP. El finlandés nos regala una de las mejores maniobras (si no la mejor) que se recuerdan en la historia de la competición. Nuevamente en Bélgica:



De poco le sirve al nórdico, puesto que pierde el mundial unas pocas carreras después y por muy pocos puntos de diferencia.

2001-04: Schumacher y el equipo Ferrari pasan el rodillo allá por donde aparecen. Son años de dominio incontestable, casi insultante. Con un solo "pero": 2002, GP de EE.UU. Barrichello era líder de carrera, pero las órdenes del equipo Ferrari le hicieron ceder su posición en favor de su líder. Semejante (y patético) espectáculo da lugar a una reacción por parte de la FIA que desde ese año prohíbe tajantemente las órdenes de equipo que puedan influir decisivamente en el resultado final de una carrera.

2005: Todo cambia. Unos años atrás aparece en el horizonte otro piloto llamado a marcar una época: Fernando Alonso. La promesa se convierte en realidad y el español, con un Renault, gana el mundial con dos carreras de margen sobre Kimi Raikkonen. Ferrari, hastiada de tanto éxito, se echa a dormir ese año, en el que solamente obtienen una victoria, fruto de otra polémica, esta vez con los neumáticos, en el circuito de Indianápolis. Esa carrera la disputan tan sólo 6 coches, el resto abandonaron en la primera vuelta porque no veían garantías de acabar la carrera sin sufrir graves accidentes. Fruto de uno de ellos el "hermanísimo" Ralf se perdió alguna que otra carrera ese año.

2006: Otro gran duelo entre campeonísimos. Alonso contra Schumacher, leyenda saliente contra leyenda en ciernes. A falta de dos carreras empatan a puntos. Schumacher lidera en Japón la penúltima prueba sobre el español. Entonces pasa algo increíble: el Ferrari sufre su primera avería en 6 años! Schumacher se ve obligado a abandonar una carrera que gana Alonso y que sentencia el mundial. Schumacher se retira como piloto ese mismo año.

2007-09: Schumacher se hace asesor del equipo Ferrari, cargo que no le impide probar suerte en otro tipo de competiciones, como las "Superbikes" en versión europea. No tiene demasiada fortuna y sus caídas son abundantes. En una de ellas se daña el cuello, lesión que le impide volver a los circuitos en 2009 para sustituir a Felipe Massa, de baja desde Hungría por el durísimo impacto de una pieza del coche de Barrichello contra su cabeza. Pero el alemán no se rinde y Ross Brawn le da una segunda oportunidad para 2010: piloto oficial del equipo Mercedes. Vuelve el mejor, vuelve el genio. Pondrá en su sitio a tanto jovenzuelo?

Palmarés:
7 títulos mundiales.
91 carreras ganadas.
154 podios.
68 poles.
76 vueltas rápidas.
1.369 puntos.
Etc, etc...

domingo, 6 de diciembre de 2009

Fuego.

Fuego. Fuego en los tejados. Reina la confusión y el pánico ansía sus cinco minutos de protagonismo. Lucifer no entiende de escapadas de fin de semana, ni de sábados por la noche. O quizá sí. Incertidumbre en las escaleras. Silenciosas dotaciones de bomberos, sin nadie a quien apremiar, se presentan en el lugar de los hechos. Sólo ha sido un susto y la magnitud del evento queda diezmada por el sueño y la fina lluvia que cae sobre la sierra. En estos tiempos inciertos hasta el infierno anda en crisis de creatividad. Un valiente desafía al frío mostrando su torso y de repente todos ansiamos que se lleve un manguerazo por idiota.

Fuego. No parece tu mejor momento del día. Pero aguantas con la esperanza de que la noche se vaya enderezando. Sin embargo las chispas no dejan de surgir. Y acaban por prender en tu mente y en tu ánimo. Y yo, torpe de mí, sin nada a mano para apagar la llamarada que consume tu buen humor, encima derramo un bidón de gasolina de esos que un día de verano me prestó una niña llamada Lisbeth Salander. Te consumes y me quedo sin palabras. La nieve aparece, milagrosa y radiante, y me ayuda a encontrar las palabras entre bolazos y fotografías de Cotos. El fuego se extingue pero aún sigo pensando cómo puedo ser tan idiota a veces.

Fuego. Miradas que derriten. Ardores de estómago. Manos que se entrelazan, abrazos que se prolongan. Hasta que ambas respiraciones se sincronizan. Dos corazones latiendo como uno. Tabernas irlandesas que suministran amparo a uniones fugaces y no tan fugaces. Celebramos que formáis una pareja estupenda y nos dedicamos a lo nuestro. Pero no todos los días son fiesta y Musa decide que hoy está demasiado sobria como para hacerme caso. Toca retirada. Se avecina tormenta, lo sabemos, y aún nos explicamos por qué mañana tiene que llover. El hombre del tiempo, carente de puente y errático en sus predicciones, clama venganza y nos hace la guerra por su cuenta. Pero mucho tiene que llover para apagar el fuego, vuestro fuego, aquél que bendijimos en el Museo del Jamón.