domingo, 25 de abril de 2010

Zanjando-ando (A rey muerto...)

Nunca pretendí que lo fuese, pero la frase acabó siendo premonitoria. Ya lo dijo aquél: "Ten cuidado con lo que deseas porque podría hacerse realidad". Y yo aquella mañana, en un tono que pretendía ser más jocoso que anhelante, expresé mis sentimientos:

"En mi próxima vida quiero ser animal del Faunia: dormir, comer, ponerme trofollo y que de vez en cuando me dejen a solas con alguna hembra en celo."

Y mis plegarias fueron escuchadas, y de repente lo mecánico y lo tecnológico sintieron celos de mi repentino cambio de preferencias. El primero en satisfacer mis deseos fue el Saxete, que intentó inmolarse sin éxito mediante la técnica del reventón kamikaze. Y digo yo: les costará mucho señalizar una puta zanja? Según mis cuentas ni 100 €... Encuentro la redención en forma de lecciones de cambio de rueda de repuesto, partidas de mus y ajedrez para distraer la tensión del momento (gracias Alma y alrededores!) y ruedas nuevas.

Marrón en el curro: es viernes y me ponen dos proyectos para el miércoles siguiente.
- Hay proyecto? (Pregunto, iluso de mí)
- No, viene esta tarde.
- ... perooo... esta tarde no estamos aquí, es viernes.
- Pues el lunes lo tienes y haces lo que puedas. (traducción simultánea: vas a echar más horas que un reloj).

Dicho y hecho. Llega el lunes:
- Aquí está el proyecto. Ponte con él.
- Peroooo... el presupuesto no está en Excel. Va a ser un coñazo.
- Ya...
- Y son todo hojas escaneadas, no puedo seleccionar texto.
- Ya...
- Entonces?...
- Pues como en los viejos tiempos.

Pues eso, como en los viejos tiempos: calculadora y paciencia. Sólo me faltaba tener que echar cuentas con ábacos.

Todavía estoy reflexionando acerca de mi asombrosa capacidad para aglutinar marrones a mi alrededor cuando mi ordenador, o parte de él, dice "se acabó". A ojos vista mi fiel compañero en cruzadas anti-SGAE y partidas de Worms, TOCA y similar, decide unilateralmente finalizar la relación. Arguye problemas de edad y me exige una jubilación. Y para incrementar la presión de sus demandas decide comportarse erráticamente, con frecuentes paradas cardiorrespiratorias y una lentitud exagerada. Decido prescindir de sus servicios, sabedor de que, aunque logre convencerle para que se quede a mi lado un poco más, poco tiempo de trayectoria profesional le queda. Además, se ha ganado a pulso una vida mejor.

A rey muerto...



Rey puesto.