miércoles, 7 de octubre de 2009

Un día normal.

6.45 AM. Un señor al que me cuesta reconocer irrumpe en mi cuarto, poniendo fin de esa manera a un sueño maravilloso en el que algunas veces me toca una quiniela, otras un coche, otras una mujer… Dice ser mi padre y hacerlo por mi bien, para que no me duerma. ¡A lo mejor lo que quiero es precisamente eso, dormir!


6.50 AM. Retomo mi frenética actividad: penetrar en fases REM y concebir fugazmente intrigas irreales, pero felices.


7.15 AM. Suena el despertador. Decido apagarlo y apurar 5 minutos más.


7.20 AM. Suena el despertador. Decido apagarlo y apurar otros 5 minutos más.


7.25 AM. Suena el despertador.


7.26 AM. Un despertador es arrojado al vacío. El alboroto que esto causa me obliga a levantarme y a pedir disculpas por mi mal humor mañanero, por otra parte habitual. Procedo a prepararme un suculento desayuno.


8.00 AM. Cojo el autobús. Como no hay sitio libre decido viajar en el maletero como parte del equipaje, junto a un ecuatoriano, un nigeriano y tres señores de Bucarest. El espacio es escaso, no hay aire acondicionado y el conductor toma las curvas a velocidades poco recomendables hasta para un coche de rallies. Pero al menos no viajo de pie ni en las rodillas del conductor.


8.30 AM. Maltrecho por los golpes del equipaje, los extranjeros y las paredes del raquítico compartimento me dirijo al Metro.


8.32 AM. Monto en el tercer vagón. La sensación es igual de agobiante que en el maletero del bus.


8.35 AM. Nos desalojan del tren debido a una incidencia en la línea. Al parecer debida a que una señora se ha puesto a tender la ropa en la catenaria de la estación de República Argentina. Ésta aduce que no puede hacerlo en su ventana como venía haciendo habitualmente debido a la lluvia y apela a la voluntad y comprensión de las buenas gentes que utilizan el transporte público.


8.40 AM. Una vez solucionada la incidencia retomamos el viaje. Metro pide disculpas a sus clientes por los retrasos e inconvenientes creados.


8.50 AM. Tras otras tres detenciones irregulares, una de ellas provocada por una furgoneta de reparto aparcada en doble fila en pleno andén, llego a mi destino. Cojo una espátula y con ella me deshago de los cuerpos que, entre calores y apreturas, han quedado adheridos a mis ropas en el vagón. Salgo a la superficie.


9.00 AM. Entro a la oficina. Saludo al personal. El personal me devuelve el saludo y yo les devuelvo el desayuno. Tanto ajetreo me ha afectado al sistema digestivo. Es normal por otra parte. La muchacha de la limpieza celebra el alumbramiento; por fin tiene trabajo de verdad, y no lo que estaba haciendo hasta ahora.


9.02 AM. Enciendo el ordenador.


9.06 AM. Presiono “ctrl+alt+supr”.


9.13 AM. Introduzco mi nombre de usuario y contraseña.


9.26 AM. Tras un acalorado debate con mi compañero Fernando en el que se discutía acerca del tamaño de los pechos de dos actrices de renombre y de la calidad individual de Cristiano Ronaldo, Messi y Agüero descubro que mi ordenador acaba de cargar el “putowindowsdeloscojones XP”. Hago clic en el icono del correo.


9.32 AM. La bandeja de entrada se abre por fin y me anuncia que tengo 5 mensajes nuevos. Abro el primer mensaje.


9.36 AM. Imprimo el primer mensaje. Abro el segundo.


9.45 AM. Error fatal al tratar de mandar el segundo mensaje a “Correo No Deseado”. Reseteo el ordenador.


9.54 AM. Tras un par de puñetazos a la CPU y otros tantos gritos ahogados pido asilo político en el ordenador de enfrente. Imprimo los correos que me quedaban por leer.


9.55 AM. La impresora no tenía papel. Maldigo la dejadez del personal y cargo de papel la bandeja número 1. Abandono la estancia con el botín, que asciende a 9 folios impresos por una cara.


10.00 AM. Tras una hora de duro trabajo abro un archivo pdf al azar y fijo la vista en un punto sito entre la pantalla del ordenador y el infinito.


10.05 AM. Para aparentar que soy un miembro productivo tecleo al azar y muevo el ratón de forma errática. Sin querer he mandado amenazas de muerte a varios de mis contactos. Procedo a redactar emails de disculpa a todos y cada uno de los afectados.


10.30 AM. No hay nadie vigilando mi pantalla del ordenador. Abro marca.com.


10.35 AM. No hay nadie vigilando mi pantalla del ordenador. Abro as.com.


11.00 AM. Mi compañero Fernando me arranca el teclado de la cara. Me he quedado dormido tecleando formula1.coooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo


11.02 AM. Celebro que sigo vivo desayunando en el bar de abajo. Zumo, bollo y café: 3 €. Menú del día: 9,20 €. Verle el escote a la camarera: no tiene precio.


11.45 AM. Reconfortados por el suculento desayuno nos reincorporamos a la oficina. Mi jefe está sodomizando a la telefonista y la chica de mi derecha se queja del frío que hace en agosto mientras enciende el calefactor. Me enjaretan 8 gigas de información. Todo debe estar listo para dentro de 48 horas. Todo normal.


11.47 AM. El presupuesto de la obra está mal. Habrá que trabajar el doble. Celebro el acontecimiento al grito de “esta tía es gilipollas”.


12.58 PM. Pasando a limpio el Capítulo 3 del Presupuesto sufro una erección. Miro hacia abajo y pregunto: “¿Qué coño has visto tú que no haya visto yo?”.


14.00 PM. Hora de comer. Menú del día: sucedáneo de espaguetis con sucedáneo de tomate y filete de sucedáneo de ternera. Bebida, pan correoso y postre caducado de marzo de 2008 al irrisorio precio de 9,50 €. Todo un lujo.


15.15 PM. Finalizan tanto la pitanza como la tertulia vespertina. Se retoma la actividad.


17.46 PM. He vuelto a quedarme dormido. Lo atestigua una ventana del explorador de Internet que jura por dios que no encuentra la página telefonica.es/empreeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeesdfzcsf


17.49 PM. Me dirijo al baño. Me miro al espejo. Procedo a desincrustar la tecla “R” de mi ojo derecho.


18.26 PM. Finaliza la intervención quirúrgica con éxito. Procedo a sacarme la barra espaciadora del oído izquierdo.


18.40 PM. Tras un par de arcadas la intervención se realiza a plena satisfacción del cliente. Vuelvo a mi sitio. Reubico la tecla “R” y la barra espaciadora en su sitio. Advierto con desazón que faltan más teclas.


18.43 PM. Sólo m falta una tcla por ncontrar. Mnos mal qu ya quda mnos para irm a casa.


18.49 PM. Yaheencontadolateclaquemefaltaba,perolabarraespaciadorasehadesacopladodesulugar.


18.53 PM. He ReCoMpUeStO El tEcLaDo PoR FiN, pErO HaY uNa LuZ qUe No dEjA dE PaRpAdEaR. NO lE DoY iMpOrTaNcIa aL hEcHo.


19.00 PM. Fin de la jornada laboral. Vuelta a casa. Cojo el Metro nuevamente.


19.20 PM. Cojo de nuevo el bus. Hay sitios de sobra, lo que es recibido por los ocupantes con sorpresa y gritos de alegría. Alguien descorcha una botella de champaña y se la ofrece al conductor, que la acepta de buen grado.


21.28 PM. Tras un bonito periplo por la Comunidad de Madrid y en sentido contrario de la circulación, aparezco en casa. Devoro la cena.


22.25 PM. Saco un nuevo despertador del cajón. Miro el correo de los amigos, miro el SPAM. El SPAM gana por goleada, 12 a 1, como a Malta en el 82.


22.27 PM. Miro el facebook.


22.30 PM. Miro el tuenti.


03.42 AM del día siguiente. Intenso dolor de cuello y sabor a teclado Logitech en la boca. Creo que es hora de dormir. Hasta mañana si dios quiere, y si no quiere me da igual (Siniestro Total dixit).