lunes, 24 de noviembre de 2008

Yo no quería un blog para esto pero...



Uno no cree en Dios, y lo dice abiertamente. Y si existe no entiendo en absoluto su lógica a la hora de seleccionar a la gente que quiere que cuide de su planeta. No entiendo cómo se puede cercenar la vida, la cortísima vida, de una persona que apenas acaba de rebasar el cuarto de siglo y a la que no se la recuerda ni una sola mala acción.

Ha sido un lunes terrorífico; trabajar se ha hecho un infierno desde que me he enterado de la fatal noticia a eso de las 11 AM (probablemente haya sido antes pero no miré el móvil hasta esa fatídica hora). Una familia adorable, unas personas bondadosas hasta el extremo... destrozadas por causas ajenas a su voluntad. Diego ya no está, se ha marchado. Y nadie sabe por qué ha tenido que irse tan pronto; me temo que nunca lo sabremos. Y yo no puedo hacer otra cosa que recordarle y dedicarle una canción. No es mucho, de hecho no es nada, pero no podía callarme un día como hoy, necesitaba sacarlo de mí.

Diego, donde estés, disfruta de la estancia. Un abrazo para ti y otro para una familia que jamás volverá a sonreir un 24 de noviembre.

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