sábado, 27 de febrero de 2010

Asturies

Mirada hacia abajo. Respiración cortada. Media un abismo entre nosotros y el mar. Un Cantábrico extrañamente calmado bate incansable el Cabo de Peñas. Sabe perfectamente que la clave no reside solamente en su fuerza, sino también en la persistencia de sus acciones. Golpea, fatiga y moldea a su gusto y de manera paciente, sabedor de que dispone de miles y millones de años para ganar milímetro tras milímetro una batalla tan brutal como invisible. Y allí estábamos nosotros, testigos mudos del encuentro entre tierra y mar, un encuentro que vivía un extraño momento de impasse. Desde lo alto, sin querer interferir en el resultado final de una batalla que se resolverá mucho más allá del final de nuestros tiempos.

Asturias sobrecoge, no sólo por la belleza de sus ciudades, no sólo por la extrema amabilidad de su gente, no sólo por la excelente gastronomía, sino también (y me atrevería a decir que sobre todo) por la espectacularidad de sus paisajes: un tremendo contraste entre intrincados paisajes montañosos y agradables zonas costeras resuelto sin apenas transición entre ambos. Los acantilados se suceden por toda la costa, como si de graderías se tratase, aptas para vivir la enésima contienda entre la hidráulica y la estática.

Mirada hacia abajo. Cosquilleo en el estómago. Aroma de revolución en mi interior, un intento de combatir la acrofobia y el vértigo posterior. Merece la pena guardar los miedos en el mueble-bar del hotel cuando la vista es tan privilegiada. Me crezco e imagino ser Napoleón. En mi mente y desde lo alto, Ribadesella, Llanes y otras tantas se rinden a nuestros pies. Dominamos la ciudad a nuestro antojo. Un dominio efímero pero que resulta inmortalizado en una multitud de fotos e imágenes grabadas a fuego en la mente.

Un aroma de revolución que empezó a manifestarse en Irlanda, continuó su expansión en Carnavales y amenaza con extenderse también durante Marzo. Revolución que cambió los hábitos, las gentes, las compañías, abrió las ventanas y ventiló el ambiente emponzoñado por las secuelas de tanto fuego. Ahora no hay marcha atrás, la ruleta está girando y poco o nada se puede hacer, salvo confiar en la suerte. Doble o nada. All-in.

Estimada ciclogénesis: gracias. Sin tu colaboración nada de ésto habría sido posible. Gracias, porque tras largo tiempo nublados pudimos darnos cuenta de que detrás de las nubes existía un sol abrasador, que tras el fuego viene la purificación, que todo error merece redención. Nuestro error fue contar con tus vientos y mareas y el tuyo no discernir más allá del blanco o negro. La más mínima corriente de aire frío te sirve para hacer detonar una tormenta, y soplas hasta reventar. Lo has hecho siempre, bien es cierto que con buena intención, descargando donde más falta hacía tu agua, pero esta vez no mediste los efectos del temporal: inundaste el norte y dejaste que el sur muriese de sed. Y el daño ya está hecho, y el recuerdo imborrable. Jamás volverás a ser tan bien recibida como antes.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Mis felicitaciones una vez más te has vuelto a superar.

Anónimo dijo...

Bella Asturias!que terrenal y que celestial a la vez.El sol se hizo paso a traves de la lluvia para que la pudieramos contemplar en todo su esplendor. Me ha encantado ir con vosotros chicos,espero que hagamos muchos mas.

Semper Fidelis dijo...

Gracias, muchach@s! Yo espero que el siguiente sea cuanto antes también ;)

Y que haya más vídeos :P