viernes, 5 de febrero de 2010

Eire

Viernes. Ocho y pico de la tarde. El personal del aeropuerto, con su habitual "presteza", decide por fin abrir la puerta de embarque B21 de la Terminal T1. El pasillo nos lleva directamente a un autobús atestado de gente. Cómo cambian los tiempos, Venancio: ahora se puede ir a Irlanda por carretera, y yo sin enterarme! Minutos después el trayecto finaliza, demasiado pronto. Mi decepción es patente: aún no hemos llegado a Irlanda, pero sí al Boeing 737 que nos llevará hasta Dublín. Para colmo de males, al piloto se le cala el avión, otro ratito de retraso. Dos horas después nos encontramos sobrevolando espacio aéreo irlandés. El aterrizaje no se puede calificar de perfecto y se elevan unos cuantos murmullos. Más aún cuando descubrimos que para llegar a la terminal tenemos que caminar por la pista unos metros. Total: casi una hora de retraso. Enciendo el móvil y tomo oxígeno*.

Irlanda nos recibe con el Aerophort (Aeropuerto en gaélico) en obras y un frío notable pero típico de enero, qué esperábamos? La primera parada es, of course, un McDonalds para cenar. La siguiente, faltaría más, Temple Bar. Música en directo, prohibido fumar en el interior, buen ambiente... y pintas a 6 €. En mi paraíso particular la Guinness quizá sería un poco más barata, por lo demás es una gozada.



Sábado. Ocho y pico de la mañana. O eran las nueve? Dichosa hora menos... A patearnos la ciudad. El frío no amaina y pronto nuestros dedos, orejas y narices son sustituidos por témpanos de hielo. Hay "free tour" a cargo de una morena española. Trinity College, Dublinia, Christ Church Cathedral... Con ella nos sumergimos en mil años de historia: participamos en revueltas populares, nos resignamos ante cientos de victorias inglesas y por fin en 1921 proclamamos la independencia de la isla... Bueno, no de toda: los 6 condados que hoy forman Irlanda del Norte aún pertenecen a la "pérfida albión".

Saturday Night: toca quemar la noche pero me retiro del partido poco después de comenzarlo. El frío pasa factura en forma de resfriado y dolor muscular intenso. Pido el cambio al entrenador, que me sustituye por, a saber: un chino, un brasileño y una koreana. En el "hostel" descubro que el cuarto compañero de habitación es un finlandés llamado Kimmo. Me pregunto: hay algún irlandés en Irlanda o todos somos de fuera? Capitulo ante Morfeo...

Domingo: turismo por el interior del país. Lagos, dólmenes, pueblos típicos, cementerios celtas, parajes y panorámicas de ensueño (a pesar de la niebla y la nieve), anécdotas de la historia de Irlanda a cargo del conductor del bus que sirven para practicar inglés... Y el desarrollo de un extraño poder: caer dormido irremisiblemente cuando suena música celta.

Lunes: la vista panorámica con que nos obsequia el Gravity Bar, en lo más alto de la Guinness Storehouse, es espectacular. Todo Dublín se rinde ante mis pies. Se suceden las fotos y los gestos de exaltación de la amistad. Minutos antes fuimos obsequiados con una pequeña muestra de Guinness y con la posibilidad de tirar nuestra propia pinta (e incluso obtener un certificado por ello!), lo que explica tan espontánea efusividad. El avión nos espera en unas pocas horas y un sentimiento de pena empieza a aflorar. El martes toca currar otra vez, qué pereza...

Cosas notables/curiosas:
1º. St. Patrick's. Si la época medieval te pone, si el gótico te emociona, si te gusta la arquitectura, no dejes de visitar Irlanda. Y mucho menos la Catedral de San Patricio. Una maravilla. San Patricio es el patrón de Irlanda y su fiesta nacional es el 17 de marzo.



San Patricio, además, es patrón de Murcia, Nigeria, la isla británica de Montserrat... y de los ingenieros!

2º. Kilkenny. Ciudad del interior del país de unos 30.000 habitantes. Conocida por tener uno de los castillos más famosos de la isla. Merece la pena perderse un día entero por allí.



3º. Irlanda es el primer país del mundo cuyo símbolo oficial es un instrumento musical, en este caso el arpa. Aparece en todas partes, por ejemplo en las monedas de euro.



El símbolo oficial de Guinness también es el arpa. Para evitar que se identificase al país con la bebida se optó por darle la vuelta a una de las arpas.



Pero me temo que aun así seguiremos identificando a los irlandeses como unos borrachines, adorables pero borrachines.

4º. El deporte nacional es, además de la "barra fija", el rugby. De hecho Guinness es el patrocinador oficial del Torneo 6 Naciones, algo así como la Champions del rugby. Hay otro deporte nacional: el "hurling". Es una mezcla de rugby, fútbol y hockey. 15 contra 15 y se juega en un campo de rugby. Es tan raro que no está reconocido como deporte internacionalmente, aunque están intentando que lo sea. Kilkenny ha ganado el campeonato nacional las últimas cuatro ediciones.

Cosas inexplicables:
1º. Allí en invierno hace frío, pero debe ser que las irlandesas ya están aclimatadas a ello y no muestran pudor alguno en mostrar sus curvas y sus escotes, lo que provoca malestares masculinos y comentarios que van desde el babeo habitual a la admiración por su resistencia a las bajas temperaturas.

2º. Advierto: lo que sigue ahora es una pequeña ración de machismo gratuito. Las irlandesas... Hay de todo pero, en general, para un amante de las curvas como yo las irlandesas son mujeres muy atractivas. A este dato añádasele su afición a la bebida, la fiesta y su carácter abierto (en general, y especialmente de noche, puedes entablar una conversación con cualquier persona que pase por Temple Bar, conocida tuya o no, porque son tremendamente amigables). Pues aun así... Un grupo de españoles intentó ligarse a la guía del "free tour"! Coño, te vas a nosecuántos kilómetros de casa para intentar ligar con una española? Con lo ricas que son las irlandesas? Inexplicable...

3º. Conducen por la izquierda... Vale, esto no es muy inexplicable, pero lo que sí sorprende es que tienen la misma manía que los conductores españoles: "si la carretera tiene 3 carriles, yo conduzco por el de en medio". Con dos cojones!

4º. Trinity College hasta hace poco más de dos siglos era una universidad solamente para hombres, es más, sólo podían estudiar en ella protestantes. Las rencillas y las rivalidades religiosas de la época eran tales que un día a la semana los estudiantes (protestantes) tenían derecho a disparar desde sus habitaciones a cuantos católicos se cruzasen por delante de su ventana.

Conclusión: Irlanda mola. Y como no sé muy bien cómo acabar esta parrafada me voy al frigorífico a beberme una Guinness, así que ahí os quedáis!


* La red de móvil con la que conectó allí mi móvil fue O2, de ahí el juego de palabras tan lamentable.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si señor buen resumen de la historia, sólo se te olvidó citar que el conductor del autobús puso el aire acondicionado porque hacia "calor".


Telecoman