miércoles, 6 de mayo de 2009

2 de Mayo, 2 siglos después, repitiendo historia.

El hecho histórico.

Año 1808: El pueblo de Madrid decide no transigir más. Los límites del tratado de Fontainebleu (ocupación francesa del territorio español) fueron sistemáticamente violados por parte del ejército francés. Su idea original era llegar hasta Portugal, pero Spain is different y ya que les pillaba de paso y el clima no estaba nada mal decidieron hacer un 2 por 1. Al hermano tonto de Napoleón le iba a tocar la lotería y le correspondería ser el jefazo de la "piel de toro". Murat también se llevaría su parte. Los borbones abdicaban, Carlos IV y Fernando VII se iban en favor de los franceses. Sus hijos también.

Un 2 de mayo explosionó todo. Un pueblo envalentonado y con poco que perder decide que ya está bien de tanto sometimiento. Que esta tierra es nuestra. Que ya hay suficientes cafres en España como para que vengan de fuera a copar más puestos de responsabilidad. Cogieron sus escasísimas armas disponibles (el inventario era escaso: algunas navajas y poco más) y se lanzaron a la yugular del enemigo. Pero Murat disponía de un ejército bien preparado y de buenas estrategias. La revuelta popular sucumbió en poco tiempo, a pesar de la voluntad y la feroz resistencia presentada. Todo aquél que se levantó en armas bien murió en la lucha o bien fue fusilado (arcabuceado) sin piedad. Fue un precio elevadísimo el que pagó la Villa y Cohorte de Madrid; una masacre desproporcionada pero que demostró quién tenía el poder. A cambio sirvió como germen de futuras revueltas y de la Guerra de Independencia de pocos años después.

La aberrante comparativa.

Año 2009: El pueblo madridista decide no transigir más. El FCB domina con claridad terrenos otrora merengues, y lo hace con eficacia y brillantez. Tanta superioridad que parece insultante. Nadie es capaz de sofocar semejante tiranía. Incluso decidieron, ya en la cúspide, que por qué no aspirar a un 3 por 1. A Joan Laporta le iba a tocar la lotería: dirigir desde su necedad un equipo brillante. Un equipo del que abdicaron Rijkaard, Ronaldinho y tantos otros ilustres, en favor de Pep Guardiola y algún que otro gregario más.

Otro 2 de mayo volvió a explosionar todo. Pero la historia es un sangrante ciclo, siempre vuelve a donde estaba tiempo atrás. Un equipo envalentonado y lleno de fe se levanta en armas en contra del enemigo culé. Poco era el arsenal disponible contra un ejército tan bien preparado, pero sobraba la voluntad. En tan sólo 90 minutos se repitió la historia: una nueva resistencia feroz, con el general Higuaín a la cabeza, pero otra dolorosa derrota; una nueva masacre que dejó un rastro de decepción ineludible. 200 años después volvemos a salir escaldados a manos de un rival netamente superior. Esta vez no murió nadie, salvo la honrilla de las ochenta y pico mil personas humanas que reventaban el estadio y de los millones de espectadores apelotonados en los bares en torno a un monitor de 42 pulgadas.

Entre esos millones estábamos los de La Cofradía. Esta vez ni clavos ardiendo ni alambres de espino. 6 goles en contra son suficiente motivo como para despertar de golpe. Aún hay opciones matemáticas, y por eso mantendremos un retén de guardia, pero la realidad es que no hay prácticamente opciones. Otra vez será. Sólo esperamos que, como hace 200 años, la masacre en forma de goles sirva como acicate y el sol vuelva a salir. Y me consta que, más pronto que tarde, saldrá.

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